Vida de Reino - Producir y Multiplicar
Día 23
Autor: Hernán Garita
Según la parábola, el Señor nos ha dado talentos -a unos más, a otros menos- conforme a la capacidad de cada creyente y a la potestad del Espíritu Santo.
Se denomina talento a cualquier cosa de la que nos servimos para glorificar á Dios: nuestros dones naturales, dinero, conocimientos, salud, vigor, tiempo, sentidos, memoria, afectos. Todo procede de Dios. Nosotros no somos sino mayordomos del Rey.
Por eso, los talentos, sean grandes o pequeños, han sido dados para administrarlos bien. Los buenos mayordomos son aquellos que consagran ¡todo! hasta sus vidas mismas al servicio del Rey.
En la vida, como en la parábola, “lo importante no es lo que tenemos sino lo que hacemos con lo que tenemos”.
Vemos que en la historia, se felicita por igual al que recibió cinco talentos (y los convirtió en diez) como al que recibió dos (y los convirtió en cuatro). Esto es porque ambos hicieron todo lo que pudieron con lo que tenían disponible.
Seas una persona con muchos talentos o pocos, lo importante es que los pongas a trabajar y saques de ellos, lo máximo que tus posibilidades te permitan.
En cambio, el que esconde sus talentos, se le quitará lo poco que tenga y se le dará al que tiene en abundancia, y se le expulsará a las tinieblas donde encontrará llanto y crujir de dientes. Es duro, ¿pero alguien puede decir que esto no es así?
Quien no desarrolla su potencial, se estanca, no avanza y vive una vida marcada por la mediocridad y el sufrimiento.
Pon todo lo que tienes en las manos del Rey. No hay experiencia más gratificante que servir al Señor con todo lo que tenemos y somos. El apóstol Pedro dice: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4.10).